lunes, 27 de abril de 2009

Soy como las tortugas



Hoy he descubierto que soy como las tortugas, hiberno y al primer síntoma de buen tiempo reaparezco, una de las diferencias entre ellas y yo es que ellas despiertan delgadísimas y hechas unas sílfides de no comer nada en todo el invierno, y yo justo al revés, cuando me estoy desperezando y quitando de encima alguna de las capas de ropa que llevaba me doy cuenta de que peso unos cuantos kilos de más, kilos que se han convertido en un flotador alrededor de mi cintura y la celulitis que tanto me costo poner un poco en su sitio el año pasado como por arte de magia a vuelto a reaparecer.


Pero no me importa, lo bien que me lo he pasado este invierno, con lo que ha llovido y el frío que ha hecho, sentada delante de la chimenea, y la longaniza, y el vino tinto...mmm, que me quiten lo bailado.


Ahora a disfrutar de los primeros días de primavera. Ahora que el día es mas largo vuelvo a tener tiempo para salir a caminar después del trabajo. Ayer fue el primer día que lo hice. Tengo la suerte de vivir a las afueras de mi ciudad y puedo salir a pasear por el campo. Me gusta pasear con los últimos rayos del sol, mirando las pocas nubes que hay a lo lejos, oyendo el canto de los pájaros, viendo como las mariposas se disputan la belleza de los colores con las flores y hasta me gusta reencontrarme con los que como yo vuelven a salir con el buen tiempo.

miércoles, 8 de abril de 2009

Una mujer con alas siempre busca hombres que sepan volar



Acabo de leer esta frase y me gusta, quizá porque a mi siempre me a sido fácil volar. Lo se porque yo lo noto y porque me lo han dicho miles de veces. Para algunos esa facilidad mía para volar a sido mi máximo atractivo pero para otros uno de mis mayores defectos.
Me di cuanta de mi facilidad para el vuelo cuando ya compartía mi vida con alguien a quien le cuesta mucho volar de esos que ni quiere, ni puede ni pone interés.
Nuestros vuelos no me llenaban así que con el tiempo aprendí a volar sola. Pero no nos engañemos es más divertido, incluso a veces necesario volar en compañía, así que decidí no decir no cuando alguien me invita a acompañarle en sus vuelos.
A veces me mareo, otras me sabe a poco, incluso a veces me he caído. La persona que consiguió que volara más alto también fue el que consiguió que me pegara uno de los grandes batacazos de mi vida, pero aun y así nunca he dejado de disfrutar con ello y ni los años, ni los batacazos, me han quitado ni una pizca mis ganas de volar.